young woman bowing her head in a field.

Artículo ganador: Confiar en el Señor al padecer de ansiedad y depresión

Cuando parece que la depresión está asumiendo el control, la fe puede hacer que nuestras pruebas valgan la pena. 

"“Somos como infantes para comprender los asuntos eternos y el efecto que tienen en nosotros aquí.” —Richard G. Scott"

Podía ver simpatía en los ojos de la doctora mientras me explicaba, “No es raro que la medicación no solamente aumente las síntomas de la ansiedad y la depresión, sino que también impida la eficacia de tu antidepresivo.”

Asentí con la cabeza y me enfoqué en asegurarme de sonreír y abrir mis ojos un poco más de lo normal. No quería que mi miseria se mostrara, y deseaba que la doctora supiera que estaba prestando atención.

“Quizás tenga que subir su dosis o recetar más vitaminas. De todos modos, siento mucho que esté pasando por esto.”

“Está bien,” dije como de costumbre, pero mi corazón que palpitaba rápidamente, y mi mente que no dejaba de pensar, me indicaron lo contrario. Yo no estaba bien y lo peor, mi imaginación estaba empezando a volar a lugares deprimentes.

Guardé las 10 pastillas que la doctora puso delante de mí y le deseé un buen día. Coloqué mi mochila sobre el hombro y salí de la oficina llena de frustración y desesperanza. Realmente no sabía qué hacer en ese momento.

Enfrentaba una depresión y ansiedad paralizadoras desde que estaba en primer grado de primaria hasta que al fin me humillé lo suficiente como para buscar ayuda. Después de tomar esa decisión, mi vida cambió por completo. Descubrí que realmente disfrutaba mi día a día y me sentía completamente feliz. Podía encarar las pruebas con una actitud positiva y con nueva confianza. Tenía un sentimiento continuo de paz y sabía que provenía no solamente de la ayuda que había recibido sino también de la Expiación del Salvador.

Cuando volví a casa después de culminar la misión, hice los exámenes médicos recomendados para estar segura de no haber adquirido tuberculosis. No pensé mucho en ello cuando me pincharon el brazo y me dijeron que regresara en 48 horas. Entonces me sorprendí cuando dio positivo.

No entré en pánico; de hecho, lo encontré un poco chistoso. ¿Quién se enfermaría de tuberculosis en el norte de Nueva York? ¿Cuáles eran las probabilidades? En ese momento, empecé la medicación de 11 semanas para tratarla, la cual consistía en una vitamina diaria y una visita semanal al médico para tomar 10 pastillas a la vez.

Claro, el procedimiento era tedioso, pero pensaba que por lo menos era bastante simple. Una vez más, me sorprendí cuando me desperté una mañana con todos los síntomas de la ansiedad y la depresión, los cuales había enfrentado anteriormente por muchos años.

Pasé cada día preguntándome qué pensaron de mí los demás, quedándome atrás en la escuela, y no cuidándome a mí mismo. Me sentía demasiado agobiada para trabajar en algo, pero a la vez me sentía frustrada por no estar haciendo lo que tenía que hacer.

Unos días después, le pregunté a la doctora si era el medicamento de la tuberculosis lo que me hacía sentir esto. No sabía cómo ayudaría la respuesta a mi situación, pero realmente creía que de algún modo lo haría. Sin embargo, me hizo sentir más frustrada e incapaz de pensar coherentemente.

Manejé a casa y me tiré en la cama. De nuevo mis ojos se llenaron de lágrimas. Había vivido tantos años de mi vida con tal tormento —¿por qué demonios estaba experimentando esto otra vez? ¿Qué tenía que aprender que no aprendí antes?

Necesitaba mantenerme ocupada. Mientras mis manos temblaban y pensamientos corrían por mi mente, abrí mi computadora portátil y miré la tarea de mi clase de religión: ”La confianza en el Señor,” dado por el élder Richard G. Scott en la conferencia general de octubre de 1995.

El Señor contestó mi oración al instante. Casi podía escuchar la voz del élder Scott al leer el segundo párrafo: “Nadie quiere pasar adversidades. Las pruebas, las desilusiones, la tristeza y el dolor surgen de dos origines que son fundamentalmente diferentes: los que quebrantan las leyes de Dios siempre las tendrán; la otra razón de la adversidad es que se cumplan los propósitos del Señor de que seamos refinados por las pruebas. Para cada uno de nosotros es esencial reconocer de cual de esos dos origines provienen nuestras tribulaciones y dificultades, puesto que la conducta a seguir para corregir la situación es muy diferente en ambos casos.”

Mi corazón se llenó de paz mientras mantenía mis ojos pegados al artículo. Al leer estas palabras, recordé cuánto el Señor me amaba. ¿Hace cuánto que había empezado a trabajar para asegurar que yo leyera este artículo justo cuando lo necesitaba? ¿A cuántas personas había inspirado para asegurar que estas palabras me llegaran en un tiempo de necesidad?

Seguí leyendo: “En el preciso momento en que todo parece ideal, a veces surgen simultáneamente múltiples dificultades. Si esas pruebas no son resultado de tu desobediencia, son evidencia de que el Señor sabe que estás preparado para progresar más… Llegar de donde estás adonde Él quiere que estés exige un penoso esfuerzo que generalmente va acompañado de pesar y dolor.”

Mi ansiedad no estaba completamente disipada cuando terminé de leer el artículo, pero mi corazón se llenó de esperanza y sabía que el Señor tenía un plan para mí. Aunque quizás no entendiera por qué parecía que experimentaba la misma prueba de nuevo, sabía que el Señor deseaba que creciera más y que esta prueba me ayudaría a crecer como Él necesitaba que creciera.

Una sonrisa genuina apareció en mis labios mientras me arrodillaba al lado de mi cama y daba gracias al Señor por dejar que leyera este artículo. Mi corazón se llenó de amor puro por mi Padre Celestial y por Jesucristo, y otra vez percibí cuánto la mano del Padre Celestial se encuentra en la vida de todos.

Lea el discurso del élder Richard G. Scott sobre las pruebas y la adversidad.

Fuente: lds.org
—Camilla Stimpson de Draper, Utah

Este artículo fue uno de tres artículos ganadores en el concurso de octubre de 2015 de Mormon Insights. Esta obra es un trabajo original y es un relato verídico de la vida de la autora. Estamos agradecidos por los envíos que recibimos y animamos a autores interesados a mantenerse atentos a un nuevo concurso a principios de 2016.

Traducido por Jason Cox, Mormon Insights

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